Por Carolina G.M



Quién diría que la tierra tiene un diámetro de más de 40.000 km si a tan sólo un click de distancia podemos ver y hablar con alguien a través de un computador en forma simultánea sin importar dónde esté?. Bueno, este es uno de los efectos colaterales de lo que hoy en día conocemos como Globalización.
Este fenómeno de "interconexión" y reducción ha implicado una fusión mundial de aspectos como la cultura , las ideologías, las tecnologías y las comunicaciones, tanto así que nos hace ser contemporáneos en lo que se ha llamado una "aldea global".

Sin embargo, nos enfrentamos a un inminente problema: la uniformación cultural.

Principalmente la influencia comercial y las tecnologías comunicacionales nos han bombardeado un estereotipo cultural, que hace que hoy en día todos los humanos vivan de la misma manera: creyendo lo mismo, celebrando lo mismo, vistiendo lo mismo y hasta comiendo lo mismo. A su vez sólo quienes posean el poder tecnológico, tendrán el poder de influencia e uniformación, tan sólo por un asunto económico. ¿Es eso justo?
¿Qué hay de la riqueza cultural que caracteriza a cada parte del mundo? ¿ los colores, las ropas, las tradiciones? pues la minorías se están perdiendo ante un sistema que se impone a través del poder tecnológico.
En un principio podríamos haber pensado que como las distancias se acortan, se nos haría posible bañarnos de culturas a las cuales nos sentíamos ajenos, ahora bien, la realidad es distinta cuando vemos cómo el mundo es cada vez más homogéneo y las minorías culturales son incluso discriminadas o simplemente quedan perdidas en le paso del tiempo.
Uno ejemplo de esto es la masificación mundial de celebraciones como el "halloween", de la cual la mayoría de las personas no sabe nada de su procedencia, pero aún así ha sido difundida tanto por los medios de comunicación como por el comercio y se ha adoptado porque es algo que simplemente "vende".
Ahora bien, en parte, nadie nos obliga a aceptar, por lo tanto cada uno de nosotros es responsable de la cercanía cultural que tiene o deja de tener aún si bien el sistema condiciona. Pero que el poder tecnológico y comercial esté en manos de solo algunos hace que sutilmente se imponga una uniformidad cultural cuestionable.
Sin embargo, hemos de sacar provecho de todas las maravillosas ventajas de esta era de las tecnologías y la comunicación tratando de acercarnos a culturas y enriquecernos de ellas, en vez de cegarnos con intereses particulares.




La televisión es un realmente un fenómeno: lleva décadas de existencia, pasó del blanco y negro al color, de ser una “caja”, a pantallas más finas que el grosor de un libro. Con transmisiones en vivo, programas estelares altamente demandados, y futuras promesas de “digitalización”, es imposible imaginar un mundo sin televisión.

La televisión ha penetrado en casi todos los hogares mundiales, sin hacer distinciones entre “ricos” y “pobres”.E incluso sus programas son tema constante de conversación en todo grupo, sin importar la edad o el género.
¿A qué se debe que la televisión sea tan atrayente?

He aquí algunas de mis teorías:
Primeramente no podemos dejar de señalar el encanto de la “imagen”. Inconcientemente le damos un privilegio especial al sentido de la vista: es capaz de causar grandes primeras impresiones y “engancharnos”. Nos encanta que se nos haga una “presentación” de imágenes, más aún cuando con una trama interesante se nos entretiene.
Además, el que el “producto televisivo” sea tan fácil, de “digerir”, (podemos ver televisión tan sólo tendidos desde un sillón), hace que se aproveche de unas de las debilidades de los humanos: nos gusta lo cómodo. Fomentándose así el uso del tiempo libre para “ver tele” y así “descansar”.

La televisión permite descubrir, permite hacernos parte de lugares y personas que quizás nunca conoceremos. Se nos crean nuevos mundos que nos entretienen y ese hecho, el de querer formar parte de realidades inexistentes, nos atrae.
Nos encanta ser observadores de realidades ajenas. Nos consuela la ficción, nos deleita, nos da esperanza o sencillamente nos divierte. .
Esto crea una “conexión sentimental”. La televisión juega con tocar los sentimientos de los televidentes, lo cual pudiera llegara ser incluso una estrategia para mantener audiencias: tratan de “enamorar” con las telenovelas, juegan con el gusto por lo morboso al hablar de sangre y asesinos en las noticias,nos hacern soñar con productos ofrecidos en la publicidad etc.
En otras palabras, nuestra amiga televisión le da a la gente lo que esta quiere recibir; a todo costo, con su única intención: mantenerse a flote.
Si la gente quiere reír,saltar y flirtear se le da “Yingo”, si quieren exponer verdades se les da “Informe Especial”, si quieren espiar a famosos se les da “1810”, si quieren solidarizar se les da la “Teletón”.

Y esto le ha resultado bien, sale victoriosa en la competencia contra la Prensa, el Internet, la Radio; goza de una credibilidad inigualable por parte de las personas, (quienes pasan más de 3 horas diarias “consumiéndola”), y todos pagan por estar en TV, siendo así uno de los negocios más rentables.


En fin… podríamos escribir millones de libros que tratarían de explicar cómo el fenómeno televisivo a causado un efecto tan grande en la sociedad, aquí sólo he abarcado algunos. Pero volvemos a un único punto: La televisión atrae e influye sobre millones.
Disculpen desearía seguir escribiendo, pero… tengo una cita con la tele….



Carolina G.M


Escenario C:
La tecnología se desarrolla por el lado de los satélites y terminamos con 400 canales de radio en el auto. Lo interesante es que independiente de cuantas señales, más temprano que tarde, uno termina limitándose a cuatro estaciones favoritas. La pregunta es cómo una estación puntual se las arregla para ser una de las 4 estaciones favoritas y cómo sobrevivir en un mundo con cientos de competidores a un clic de distancia


La radio ha causado una de las revoluciones más grandes de la historia apelando al disfrute sonoro y a la infinita imaginación de los auditores. Con el avance de las tecnologías, sorprendentemente, la radio ha sabido adaptarse a cada mutación y a logrado mantener e incluso seguir cautivando al “público”. Tanto así que hoy en día hasta podemos escuchar radio en Internet con tan sólo dar unos cuantos clics.
Aún así las tecnologías siguen mutando, y hoy nos vemos ante una inminente “satelitización” de la radio.
Los satélites garantizan una calidad de sonido completamente óptimo, además de la llegada a prácticamente cualquier rincón, puesto que no habría interferencia alguna ni para captar ni recibir “señal”. Esto conveniente puesto que se garantiza una inmensa difusión y una excelente calidad sonora.
Ahora bien, esto llevará un problema: debido a l gran numero de estaciones, provenientes de todo el mundo, que seremos capaces de captar, igualmente los auditores terminarán habituándose tan sólo a unas cuantas favoritas y esto provocara al que incluso podríamos llamar “crisis radial” ya que cada vez las radios irán teniendo, quizás un público fiel, pero menos en cantidad. Y muchas tan sólo no serán escuchadas y, por lo tanto, no cumplirán con su principal características: ser escuchadas.
¿Cómo debe enfrentarse la Radio esta “satelitización”?
Lo importante no está en que existan millones de radios, sino en que estas sean capaces de atraer a sus auditores, siendo para esto fundamental un contenido de calidad, algo sustancial capaz de “capturar” al oyente. Sólo así podrán ganar auditores y salir victoriosos en la competencia.
También algo que diferenciará a la radio haciéndola altamente “visible”, poniéndola por sobre los cientos de estaciones, será que esta haga publicidad de ella misma, valiéndose de sus antiguos rivales: la televisión, Internet, Prensa, etc. Haciendo estas “alianzas”, publicitándose mutuamente podrá hacerse un gran renombre y atraerá a cientos , pero sólo podrá mantener a estos auditores si su contenido es lo suficientemente original y sustancioso.
Así en unos años más, estaremos sentados en nuestros autos, sintonizados a nuestra estación preferida, con una calidad sonora perfecta, sin dimensionar que esta viene de un remoto satélite en espacio, nosotros como auditores tendremso la oportunidad de escuchar cualquier radio mundial, las cuales , literalmente se “pelearán” por nuestra “fidelidad auditiva”.


Epitafio


No abusar de palabras
no prestarle
demasiada atención

Fue simplemente que
la cosa se acabó

¿Yo me acabé?

Una fuerza
una pasión honesta
y unas ganas
unas vulgares ganas
de seguir

Fue simplemente eso.


Idea Vilariño(1920-2009)


Calidad y cantidad

No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.
Alejandro Jodorowsky

CUENTO DE HORROR

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones .
Juan José Arreola

EL HOMBRE INVISIBLE

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.
Gabriel Jiménez Emán



Por Carolina G.M


“María” tiene una tarea escolar para el día de mañana, en dónde debe llevar información sobre cierta política y proyectos estatales, lamentablemente, llega a casa, y en los pocos libros que tiene no encuentra esa clase de información y su familia no tiene dinero como para que acceda a Internet, aunque poco serviría por que como nunca ha tenido uno, no sabe utilizar un computador. En la misma cuadra “Ana” tiene la misma tarea, pero a ella con su “súper laptop” y su Internet de “súper velocidad” solo le bastan un par de clicks para llegar con su tarea la mañana siguiente.
Vivimos en el mundo de las diferencias, a través de la historia siempre las ha habido: Enfermos, sanos; algunos tienen banquetes todos los días, otros a penas un pan diario; algunos tienen acceso a los estudios, otros no; países pobres, países ricos, en fin… Ahora bien, paralelamente, el mundo lucha con otra gran diferencia, reflejada en la hipotética situación anterior: “La brecha digital”.

Como sostienen los expertos, la brecha digital es la brecha "entre aquellos que tienen acceso a las tecnologías digitales y aquellos que no" o simplemente la falta de progreso, en la adquisición de tecnologías más modernas y en las habilidades para usarlas.

Se sabe que hay personas en el mundo que jamás han tocado un celular, o que jamás han navegado por Internet. También, la otra parte de la brecha es esta, según lo expresa Federico Chacón del Departamento de Comercio de los Estados Unidos: "[mientras] algunas personas tienen las más poderosas computadoras, el mejor servicio telefónico y el más rápido servicio de Internet, así como una riqueza de contenido en este servicio y una capacitación apropiada para sus vidas... Otro grupo de personas... no tiene acceso a las más modernas y mejores computadoras, al más confiable servicio telefónico o al más rápido o más conveniente servicio de Internet...”.

Ahora bien, ¿por qué nos preocupa todo esto?.. Es necesario asimilar que hoy en día la vida gira en torno a las tecnologías y la información y a el conocimiento que estas generan, y progresan tan rápido que a todos nos sorprende. No habría problema si esto siguiera su curso y nadie tomara o usara las tecnologías, el problema es (no siendo esto necesariamente un “problema”) que la sociedad las usa y “estruja” su uso y se dejan sistemas que estábamos acostumbrados a usar por décadas y así personas van “quedando atrás” y se ven, de alguna manera desprotegidas, con menos oportunidades de desarrollarse en esta sociedad competitiva. Como consecuencia, se crea desigualdad en la formación individual: una inevitable línea, (constituida por personas), entre el conocimiento, y la ignorancia. Sin embargo, no es culpa de los individuos. En la mayoría de los casos, no es que voluntariamente no se quiera “progresar”, vivimos en un sistema que no permite una adquisición y enseñanza igualitaria.

Todo esto crea una sociedad prejuiciosa y desigual. Ante esta situación, países e individuos en variadas oportunidades, con muy buenos motivos e intenciones, han desarrollado campañas y proyectos tratando de lograr igualar el acceso a las tecnologías, ya sea produciéndolas a más bajo costo o simplemente regalándolas, dando cursos de capacitación etc., como forma de combatir el “analfabetismo digital”.


La gran pregunta: ¿Será posible acabar con la brecha digital?...; existen muchas opiniones al respecto, personalmente creo que mientras existan diferencias culturales y una sociedad tan extremadamente ligada a lo económico, esto va a ser difícil y quizás solo se pueda disminuir o “parchar” el problema. Ahora bien, creo que se debería cuidar la potencial influencia de las tecnologías en la sociedad y sobre todos en los individuos: ¿Produciría realmente una vida y una sociedad tan buena, el ir cada vez más “robotizándonos”, y adaptándonos a cada “mutación” tecnológica a un ritmo desmesurado? ….Frente a esto es necesario análisis y sobre todo equilibrio.
La realidad en estos momentos nos habla de una brecha digital evidente, la cual genera problemas y se trata de combatir, llevándonos a pensar en cómo la información y el conocimiento están pasando, de ser un “derecho” a un “privilegio” de pocos.


La mirada de un cincuentón

Cuando joven tenía tan buena vista que no se me iba detalle. Sin embargo, ahora que soy un cincuentón, no puedo enhebrar una aguja, ni leer el diario, ni tampoco entender las instrucciones de una etiqueta si no me hago ayudar por los anteojos. Sin ellos tengo que esforzarme y fruncir los párpados hasta casi cerrarlos para adivinar en la pantalla del celular quién me está llamando.

Esto, como muchas otras cosas, puede ser tomado como un deterioro propio de la edad. Y, ciertamente, lo es. Pero también es un signo de algo más profundo y positivo. Cuando se es joven y sobra el tiempo, la salud y la buena vista, las imperfecciones de la vida propias o ajenas adquieren mucha importancia, casi se vive pendiente de ellas. Los jóvenes sufren por estas fallas o defectos que detectan de inmediato, pues ven la vida a través de la lupa de su juventud, en la cual todo se les agranda. Les cuesta mucho no quedarse pegados en los detalles.

Como en muchas cosas, en esto también la vida es sabia. Sin advertirlo tal vez, a medida que vamos envejeciendo nos vamos humanizando y comienzan a borrarse los detalles en la memoria y sólo nos quedamos con lo importante. El desgaste de los años pule las aristas y hace que la mirada se vaya centrando en las cosas sustanciales, distinguiendo los trazos más profundos de la existencia. Y en ellos, hasta las imperfecciones adquieren sentido. A partir de los acontecimientos cotidianos, uno es capaz de leer el conjunto. No quedarse pegado en el detalle de la baldosita, sino ver el mosaico completo, la perspectiva que, englobándolo todo, le da sentido a lo puntual. En la mirada de un ser humano maduro, es la vida la que resalta más que sus rayones o saltaduras.

Cada vez nos vamos haciendo menos autosuficientes. Necesitamos más de los ayuda memoria, de los remedios y de los otros. Así como aprendemos a depender de los anteojos, aprendemos también a ir dependiendo de los demás. Vamos más lentos, pero ya no vamos solos. Tal vez por esto, a esta edad se esté más propenso a perdonarse a uno mismo y a perdonar a los demás. Se es más indulgente con las pequeñeces y se aprecia más lo fundamental.

Antes, observábamos la realidad tal cual se nos presentaba, éramos nosotros, nuestros ojos, los que se adaptaban a ella. Pero ya no es así. Ahora, la realidad se nos presenta con sus contornos difusos. Debemos buscar el acomodo entre nuestros ojos y los objetos, tratando de encontrar en la distancia adecuada el equilibrio que nos permita ver bien. De la misma forma vamos aprendiendo que la doctrina no la podemos aplicar a rajatabla. Debemos conocer sus contornos muy bien para que, sabiamente, encontremos el ajuste, el resquicio necesario para que en nuestra historia y nuestra humanidad alcancemos la luz.

Ya no nos sirven mucho nuestros ojos para ver bien, sino que tendremos que complementarlos con nuestra experiencia. Ahora será ella la que les enseñará a los ojos a mirar, a ver más allá. Mientras más experiencia de vida tengamos, mientras más humanidad acumulemos, más capaces seremos de ver mejor, de fijarnos en lo esencial. Cada vez veremos menos con los ojos del cuerpo y cada vez más con el corazón y con el alma. Ahora “veo” por qué Cervantes, siendo un cincuentón, pudo enseñarnos a percibir el mundo con la mirada del Quijote.

Felipe Berríos

Columna revista El Sábado/diario El mercurio

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